martes, 16 de noviembre de 2010

La informática como ética y libertad

Dos estudiantes de la Escuela de Oviedo enseñan a instalar y utilizar el sistema operativo Linux, gratuito y de código abierto

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por Javier NEIRA
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La libertad y la ética bien entendidas empiezan por el software, piensan algunos estudiantes de la Escuela de Ingeniería Informática de la Universidad de Oviedo, y por eso acaban de desarrollar un curso en el que se enseña cómo instalar en los ordenadores personales el sistema operativo Linux, que cursa al margen de las grandes firmas multinacionales y constituye prácticamente una nueva filosofía de vida contemplada desde una pantalla de ordenador.

En todo caso, es un mundo de minorías. «Es una lástima que no haya demasiado interés en algunas instancias por el Linux, por los sistemas operativos abiertos» indica Alejandro Sáez Morollón, coordinador de la Asociación de Software Libre de la Escuela de Informática de Oviedo, de la que es alumno, que con David Moreno García impartió las charlas informativas.

El curso se desarrolló, a lo largo de toda la tarde del pasado viernes, en la Escuela de Informática y, como no podía ser de otra manera, de forma libre. Cada cual -veinte personas- asistió sin más formalidades que presentarse en la Escuela y utilizar algunos ordenadores del centro o el que llevaba desde su casa. Tras la instalación del sistema, que es relativamente sencilla, se explicaron las bases para empezar a utilizarlo. «La instalación, que es el primer paso, no presenta dificultades, aunque hay que asesorarla, pero empezar a utilizar el sistema es ya más costoso y complejo, de ahí que requiera ayuda específica», comenta Moreno.

¿Por qué Linux? «No es perfecto, eso hay que decirlo, y comparado con Windows no se parece en nada. Para el usuario final quizá no tenga muchas ventajas porque es más complejo. Surgió pensado para profesionales, no requiere muchos recursos y vale también para ordenadores antiguos. La clave es que es gratuito y con el código abierto, lo que no impide que determinadas empresas hagan versiones y las vendan», indica Sáez, «en términos generales, el software libre no está reñido con el pago, es sólo una cuestión de ética».

Ese es el fondo del asunto. Todo empezó, como cuentan, en los años ochenta, en EE UU, en el Massachusetts Institute of Technology, una de las universidades más avanzadas del mundo. Richard Stallman y otros informáticos compartían sus conocimientos. Ahí nacieron, entre otras cosas, los primeros hacker. Pero los rectores del MIT compraron licencias que no permitían modificar el código, circunstancia que impedía saber realmente qué se estaba haciendo con los programas, qué hay en el sustrato último del sistema, «y eso es contrario al conocimiento y, en el fondo, al ser humano», indica Sáez. Como reacción, «lo que se hace con el Linux es compartir un código, como se comparte una receta de cocina, es una comparación ya clásica para explicar en qué consiste un sistema operativo libre».

David Moreno explica que, además, «Linux ofrece varias ventajas; al tratarse de un código abierto, los resultados son más rápidos y creativos. Como perteneces a una comunidad muy grande es imposible que te cuelen cosas porque alguien las detecta a tiempo. En las programaciones se puede hacer desarrollos por ocultación, donde no te enteras de los fallos, no sabes en qué consisten y simplemente alguien los repara y en paz, y también se pueden hacer mediante sistemas libres, donde se reparan los fallos a la luz del día y todo el mundo puede participar».

Una vez instalados los sistemas operativos abiertos y después de enseñar a dar los primeros pasos, que son costosos para una persona no iniciada, se impartirán más adelante otros cursos, otras charlas, que serán útiles para subir el nivel de uso y el nivel de satisfacción de los que opten ya de forma regular por el sistema operativo abierto.


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