lunes, 31 de enero de 2011

Openleaks, la nueva web de filtraciones

Por Oscar Gutiérrez y Claudi Pérez / El País
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Imagen: Daniel Domscheit-berg
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El método: un ciudadano cuenta con un documento que por su relevancia quiere poner al alcance de tanta gente como sea posible; teclea la ruta www.openleaks.org y elige el medio de comunicación u organización que pueda acceder a la información durante "un tiempo de exclusividad" y publicarla si lo cree pertinente. Hasta ahí, el primer paso de una filtración a través de la plataforma Openleaks, web creada por un docena de personas y liderada por un grupo de disidentes de Wikileaks. Entre los cabecillas del proyecto está el alemán Daniel Domscheit-berg, ex portavoz y número dos de la organización que dirige el australiano Julian Assange.

Como el cazador cazado, una filtración en la Red del diseño de Openleaks obligó esta semana a su equipo a abrir a todos los públicos el nuevo site: "Algún impaciente ha posteado un pdf en cryptome.org en el que filtra el contenido de la web que aún estamos preparando" dice la primera entrada del apartado de Noticias de Openleaks. El nuevo portal de filtraciones trabaja ya, no obstante, en lo que llaman "fase alfa" del proyecto y que incluye a un grupo seleccionado de "medios, organizaciones y ONG" destinatarios de las filtraciones.

Un margen de exclusividad

Más sobre el método: "Si el medio elegido por la fuente [que filtra] no publica el documento durante el tiempo fijado", explicó recientemente a este diario Domscheit-berg, "será distribuido al resto de organizaciones que usan Openleaks". El objetivo de este proceso, continúa este informático alemán de 32 años, "es garantizar que la información filtrada vea siempre la luz". Esta filosofía fue la que precisamente alejó a Domscheit-berg y otros empleados de Wikileaks del rumbo marcado por Assange hasta su ruptura a finales del pasado mes de septiembre. Según argumentó entonces Domscheit-berg, otrora responsable también de las finanzas de Wikileaks desde Alemania, la fijación de Assange por documentos sobre Estados Unidos cortaba el paso a filtraciones sobre otras materias.

"Wikileaks se ha convertido en una organización demasiado centrada en una sola persona" manifestó Domscheit-berg en una entrevista para un documental emitido por la cadena sueca SVT. "Y una persona es mucho más débil que una organización". Domscheit-berg pone un ejemplo de lo que empieza a ser Openleaks, una suerte de web de filtraciones a la carta: "Imagina que quieres informar de un caso de corrupción en tu ciudad. A través de Openleaks podrás distribuir los documentos a todos los medios locales al mismo tiempo". Y bajo la condición de anonimato.

Tecnología para proteger a la fuente

Junto al informático alemán trabaja en la nueva plataforma de filtraciones el islandés de 25 años Herbert Snorrason, ex empleado también de Wikileaks muy crítico con la forma en la que Assange lleva el proyecto -a su marcha escribió en Twitter una de las frases que pronunció el australiano en una discusión: "Si tienes un problema conmigo, cabréate"-. "No pretendemos publicar los documentos directamente [como sí ha hecho Wikileaks a través de su web]" explica Snorrason para marcar distancias con su anterior empresa. "En lugar de eso, proveeremos a otras organizaciones y medios de la capacidad para recibirlos y publicarlos".

Pese a las discrepancias con Wikileaks, su filosofía, como reconoce este joven estudiante de Historia, es la misma: "El acceso extendido a la información es un beneficio para la sociedad. Las fuentes de filtraciones necesitan ser protegidas y estimuladas, y la tecnología nos da una buena forma para hacerlo".

Lo último sobre el método: ¿Cómo se financia? Al igual que Wikileaks, el nuevo proyecto de Domscheit-berg necesita, según explica en su web, donaciones para financiarse. Openleaks abre tres opciones para colaborar: una cuenta en la web de micropagos Flattr; embolsos a través de paysafecard, Ukash o WebMoney, y prestar alojamiento en la Red. También descarta una vía: PayPal, que cerró el grifo a Assange tras el Cablegate y, aseguran, no es de fiar.

"¿Assange? El mundo no necesita otro Mesías, otra estrella del pop"

Daniel Domscheit-Berg (Alemania, 1978), activista tecnológico -sea lo que sea lo que eso significa- y principal colaborador de Assange durante años, dejó Wikileaks el pasado septiembre y ha creado su propio proyecto, Openleaks, que pretende estar plenamente operativo en unos meses. Está a punto de publicar un libro con un título explícito: Dentro de Wikileaks: mi tiempo con Julian Assange en la web más peligrosa del mundo, que no es precisamente una hagiografía del australiano.

Pregunta. ¿Cómo fue su salida de Wikileaks?

Respuesta. Trabajé allí durante tres años en funciones muy diferentes. Analizando documentos, redactando artículos y finalmente como portavoz oficial del proyecto. No éramos muchos, cada uno tenía su rol y todos eran igual de importantes. En mi opinión, todo iba bien hasta que en un momento dado eso se rompió y Julian Assange empezó a acaparar demasiada atención, el proyecto adquirió tintes de un personalismo exagerado y Assange adoptó un papel político con el que estaba y sigo estando en desacuerdo. Parecía que Wikileaks era un proyecto personal para convertir a Julian en alguien influyente políticamente. Al final ha acabado poniéndose a él mismo y a todo el proyecto en peligro. Y eso no era necesario. El mundo no necesita otro Mesías, no necesita otro gurú, otro líder, otra estrella del pop.

P. ¿Cuáles son las diferencias principales entre su proyecto y Wikileaks?

R. Sencillamente intentamos ser menos. Menos que Wikileaks. Como en el caso de Wikileaks, se trata de seguir más o menos el mismo camino: poner en marcha una caja en la que de alguna manera se diversifique el proceso de hacer llegar al público información relevante, al tiempo que se garantiza la neutralidad y se protege a las fuentes. Pero sin hacer más de la cuenta: sin jugar ese rol político que han adoptado Assange y Wikileaks. Preferimos garantizar más la neutralidad; creemos que eso es más importante. Una quinta parte de nuestros socios serán elegidos en una votación pública. No queremos que una sola organización resuelva todos los problemas; queremos que muchas más organizaciones de las que colaboran con Wikileaks puedan usar ese mecanismo.

P. ¿Cómo cambia que Al Jazeera y el New York Times preparen ese tipo de proyectos y vayan surgiendo Brusselsleaks, Greenleaks o Indoorleaks?

R. Es una noticia estupenda que refuerza nuestra filosofía. Nosotros seremos un competidor más, una alternativa a Wikileaks. Y esa diversificación, que consiste en dar poder a muchos, es muy positiva. Así es como funciona la democracia.

P. ¿Cuánto dinero necesita?

R. Esperamos levantar en torno a un millón de euros en donaciones. Pero por ahora no tenemos un céntimo.

P. ¿Lo que hacen es periodismo?

R. No lo creo. Tal vez hay algunas cosas de las que hacemos que se le parecen, pero no es periodismo. Somos proveedores de tecnología. Eso es todo.

P. El objetivo es, de alguna manera, forzar a los Gobiernos a que haya una mayor transparencia informativa. ¿Podría provocar todo este movimiento más secretismo?

R. Puede ser. Tal vez el cablegate ya lo ha provocado. En Davos mucha de la gente con la que he hablado no quiere escribir una sola palabra en el correo electrónico acerca de temas que puedan traerles complicaciones. Esa es la prueba de que algo está cambiando.

P. ¿Qué opina de quienes opinan que Wikileaks y ese tipo de proyectos tratan simplemente de satisfacer una curiosidad morbosa, como ha dicho Vargas Llosa?

R. Hay buenos argumentos para defender eso, pero me parece que es injusto decir que muchas de esas revelaciones que han aparecido satisfacen únicamente una curiosidad morbosa de la gente: el revuelo está más que justificado en algunos casos.

P. A Assange abrir ese debate le está dando serios problemas. ¿Teme algo parecido?

R. Yo soy más pragmático. Él es un visionario, yo un ingeniero. Es un tipo muy inteligente, uno de los más inteligentes que conozco. Ha hecho grandes cosas. Pero a la vez es una especie de dictador, un autócrata. Creo que hay que medirle con esas contradicciones: por un lado toda esa filosofía de la transparencia, de la democratización de la información; por otro, la forma tan personalista, tan dictatorial, con la que ha acabado llevando todo esto.

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