viernes, 16 de septiembre de 2011

Business Impact: Tu latido en un iPhone



Un innovador inventa una forma barata, instantánea y móvil de hacer un seguimiento de los problemas de corazón.

Alrededor de las 11 de la mañana del 30 de diciembre pasado y desde su oficina en Oklahoma City (Estados Unidos), un inventor llamado David Albert subió a Internet un vídeo realizado con una cámara web en el que demostraba cómo conseguir un electrocardiograma (ECG) con un iPhone.
Se desabrochó su bata blanca de laboratorio y la camisa y colocó el teléfono contra su pecho. “Ahora veréis un ECG muy limpio”, explicaba Albert, mientras el ritmo del latido del corazón cruzaba la pantalla. “Estoy detectando y almacenando, transmitiendo y almacenando localmente en tiempo real. Se está analizando, los latidos están siendo identificados”.
A mediodía, el vídeo había recibido 10.000 visitas. Tres días después eran 100.000. Los blogueros y quienes comentaban en Internet insistían en que el ECG del iPhone era falso. Eso bastó para impresionar al hijo de 12 años de Albert. “Papá, te has hecho famoso. ¡Hay gente que te odia en YouTube!”
La historia del ECG en el iPhone también se puede recordar como una de las primeras demostraciones de que la tecnología móvil ha conseguido que la medicina sea más rápida y más barata. La industria estadounidense produce avances constantes en medicina de alta tecnología, incluyendo nuevos medicamentos y escáneres médicos que valen millones de dólares. Pero lo hace a un coste altísimo. Después de subir el vídeo, Albert recibió miles de solicitudes de información de sanitarios y médicos de todo el mundo, así como de ejecutivos de grandes empresas fabricantes de aparatos médicos. “Está muy claro que las empresas perciben esto como una amenaza”, sostiene Albert, que tiene 56 años.
Un “inventor en serie”, con 33 patentes aprobadas, Albert dice que durante gran parte de su carrera, incluyendo su trabajo como un importante investigador de cardiología en General Electric, él formaba parte del problema. “El trabajo era crear mejoras en el rendimiento del 10 por ciento para justificar subidas en el precio del cien por cien”, afirma. “Durante 25 años diseñé tecnología cada vez más y más cara”.
El lector de ECG que está desarrollando la empresa de Albert, AliveCor, costará aproximadamente 100 dólares.  Si bien no será tan preciso como un ECG de hospital de 12 derivaciones, de los que usan numerosos electrodos pegados al pecho, brazos y piernas, Albert describe su ECG de teléfono como “casi tan bueno y escandalosamente más barato”.
Los ECG se usan para diagnosticar latidos irregulares o arritmias, un problema médico frecuente que también puede ser consecuencia de un infarto. El monitor de AliveCor está montado sobre una funda que se acopla a un iPhone. Tiene dos electrodos que detectan cambios de voltaje en la piel -la señal del ECG- producidos por la contracción del corazón. Un transmisor de baja potencia envía la señal al teléfono. La fuente de energía es una pila de litio de reloj que según Albert dura 180 horas de uso continuado.
“Es un aparato bastante ingenioso”, afirma Eric Topol, cardiólogo y director académico en el Hospital Scripps en San Diego (Estados Unidos), quien ha estado probándolo. “En vez de hacerles un electro [a los pacientes], hago que pongan los dedos sobre mi teléfono. Es muy frugal y ahorra dinero”.
El ECG de teléfono, que AliveCor fabrica en China, se está estudiando en ensayos clínicos en Oklahoma y en la Universidad del Sur de California (Estados Unidos) y necesitará la aprobación de la Agencia de Estadounidense del Medicamento antes de ser vendido en Norteamérica. Albert confirma que se empezará a vender en Europa en otoño de este año.
En un principio, AliveCor pensó vender su aparato a médicos de países pobres. Pero después de reunirse con ejecutivos de Apple para estudiar la posibilidad de vender su invento en las tiendas de la firma (conversaciones que siguen en pie), Albert cree que podría tener un éxito de consumo entre las manos, o lo que él denomina “un ECG personal que se podría comprar en el supermercado”.
Topol explica que de cinco a seis millones de norteamericanos sufren la forma más común de arritmia, la fibrilación auricular. “Está en mi teléfono, pero me gustaría que estuviera en los teléfonos de mis pacientes para que puedan enviarme el ritmo de sus latidos”, sostiene Topol. “Podría decirles al instante si tienen que ir a urgencias”.
Como hay tantos usuarios con teléfonos inteligentes -unos 500.000 teléfonos Android se activan diariamente en todo el mundo- la tecnología móvil puede ser un revulsivo en la economía de algunos aparatos médicos. Albert sabe que el ECG de teléfono, que es barato, no generará los miles de millones de dólares de ingresos que las grandes empresas consiguen de vender escáneres médicos, pero cree que puede “ganar un poco de dinero de un montón de gente y que me vaya muy bien”.
En agosto de este año AliveCor recaudó 3 millones de dólares de financiación de las firmas de capital de riesgo Burrill & Company, Qualcomm Ventures y Oklahoma Life Sciences Fund. Después de esta inversión, se calcula que el valor de la empresa está entre 5 y 10 millones de dólares.
Copyright Technology Review 2011.

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