domingo, 18 de septiembre de 2011

Un software libre




Por Luis Enrique Borges / Diario de los Andes


En estos tiempos, dónde la informática se ha convertido en parte de lo cotidiano, en este precioso y preciso instante, cuándo millones de seres están "conectados" a diversas redes sociales, haciendo más patente aquello de la comunicación como derecho humano inalienable, encontramos que hace 20 años se dio la primera señal, sobre ese otro mundo posible. 


Todo el mundo sabe lo importante de la llamada independencia tecnológica, pues, quien controla el software controla las comunicaciones de la sociedad. Y eso es poder. Incluso, más allá de las fabulosas fortunas que crecen bajo la sombra protectora de una patente y los derechos de uso generados por la misma, además del beneficio infinito por publicidad pagada en el ciberespacio, a veces, hasta disfrazadas de información. Estas situaciones, crean cauces para la acción, y siempre surgen personajes, quienes encarnan sentimientos colectivos. 


Así apareció, Linus Torvalds, un estudiante de ciencias de la computación de Finlandia. Este es un pequeño país del primer mundo, una democracia representativa con crecimiento económico y bajo nivel de corrupción. En Finlandia estaba Linus Torvalds, quien es un hackers, es decir, el equivalente de lo que se conoció como "ratón de biblioteca" por ese amor al conocimiento, pero además poseedor de un humanismo, medio hippie o marxistoide enfrentado a la posibilidad de manipulación y brutal enriquecimiento de unos pocos en detrimento de las grandes mayorías, por lo cual, En un 17 de septiembre de 1991, publicó la primera versión del software libre, conocido como Linux.

La historia se inició para el mundo, a través de una publicación de Linus Torvalds en una red social, donde planteó su búsqueda: "Estoy haciendo un sistema operativo, gratuito, sólo un hobby, no será nada grande ni profesional. Llevo en ello desde abril y está empezando a estar listo. Me gustaría saber sus opiniones sobre las cosas que les gustan o disgustan..." 



Torvalds tenía 21 años y, en lugar de hacer el negocio de perfeccionar sistemas existentes o hacer un desarrollo particular y venderlo a las grandes corporaciones, simplemente llamó Linux a su creación y estableció un grupo de trabajo mundial para llevar a feliz término la creación total de Linux. Así consiguió desarrolladores y usuarios que adoptaron códigos, de otros proyectos de software libre, para su uso en el nuevo sistema operativo. Y de esta manera, el núcleo Linux ha recibido contribuciones de miles de programadores de todo el mundo, convirtiéndose en una creación colectiva, en constante proceso de revisión y mejoramiento. 


Este trabajo tiene un impacto tan fabuloso, que en septiembre de 1991 se lanzó la versión 0.01 de Linux, y ya en octubre del mismo año, se lanzó la versión 0.02 de Linux, pero la rapidez e innovación no culminaron allí, pues en diciembre se lanzó la versión 0.11. Esta versión fue la primera en ser compilado por una computadora que ejecutase Linux 0.11, gran diferencia, porque las versiones anteriores de Linux se acoplaban con otros sistemas operativos. De allí en adelante la creatividad misma era el límite.

Se crearon grupos de trabajo en todo el mundo, espacios para el diálogo y el debate de ideas, buscando el mejoramiento del sistema. Al democratizar la información sobre un sistema operativo, se amplían tanto las opciones del usuario que el hecho constituye una revolución, pues el desarrollo de software bajo códigos abiertos, permite entender cómo funcionan estos programas, y quién controla las máquinas en donde están instalados. 



Existe un modelo de negocios para los que trabajan con software libre y con el concepto de propiedad GPL, que otorga el permiso de distribuir las copias pero bajo las mismas condiciones en que la recibió. No se le pone no se le quita, no se condiciona al otro, es el software libre, quien en un 17 de septiembre de 1991, se dio a conocer en la primera versión de Linux.

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