jueves, 6 de octubre de 2011

¿El sistema de salud frena la tecnología médica móvil?


En un sistema de retribución por servicios, los médicos no tienen incentivos para adoptar las innovaciones.

La llegada de sensores más baratos y aparatos de transmisión inalámbricos junto con la potencia computacional omnipresente en forma de teléfonos inteligentes, está haciendo que cada vez sea más fácil para los pacientes con enfermedades crónicas hacer un seguimiento de su estado en casa. Pero muchos médicos parecen reacios a adoptar estas tecnologías.
Los expertos afirman que esto se debe, en gran medida, al sistema de reembolso de la sanidad estadounidense, en el que a los médicos se les paga por cada prueba o consulta. Salvo en algunas especialidades, a los médicos no se les pagará por hacer un seguimiento de datos recogidos a distancia.
“No importa lo buenas que sean estas tecnologías; si los médicos no pueden percibir una retribución por analizar los datos sobre la tensión arterial que el paciente registra en casa, no lo van a hacer”, sostiene  Richard Grant, doctor del Hospital General de Massachusetts y del Centro de Salud Conectada.
Este parecer se repitió una y otra vez en la conferencia Health 2.0 celebrada en San Francisco (EE.UU.) la semana pasada, donde los innovadores de la salud se reunieron para hablar sobre cómo aplicar los avances de las tecnologías móviles y de Internet en la medicina. Las ediciones anteriores de la conferencia se habían centrado sobre todo en la propia tecnología, pero esta última reunión ha servido para reflexionar sobre cómo ha madurado este campo. Entre los participantes se incluían importantes  miembros de la industria aseguradora y los debates se han centrado en los obstáculos que hay para incorporar estos avances en el cuidado de la salud.
“El mayor problema de los seguros de salud adquiridos pieza a pieza es que no se pueden rediseñar fácilmente”, explicó  George Halvorson, director ejecutivo de Kaiser Permanente, una mutua y aseguradora sin ánimo de lucro, en la conferencia. Puso como ejemplo un programa de Kaiser en el que los médicos reciben una cantidad anual por paciente más que por servicio, para reducir la incidencia de huesos rotos en ancianos. El programa incorporaba una serie de pasos que no se pueden facturar a Medicare. “Redujimos la cantidad de huesos rotos en un 50 por ciento y ahorramos 200 millones de dólares en estancias hospitalarias”, afirma Halverson. “Para cualquier otra aseguradora, eso equivaldría a ingresos perdidos”.
Mark Smith, presidente de la Fundación para la Salud de California, una organización sin ánimo de lucro, estaba de acuerdo en que el sistema de pagos desanima a los médicos a la hora de adoptar nuevas tecnologías.  “Mi experiencia es que los médicos, cuando se enfrentan a una innovación que ahorrará dinero, dicen que ahorrará dinero a las mutuas, no a ellos, y básicamente se niegan a usarla”, afirmó Smith en la conferencia.
Así, muchos empresarios de la Salud 2.0 están ofreciendo sus productos bien directamente a los consumidores, bien a las aseguradoras, que quieren ahorrar costes sanitarios. Pero para que tengan un impacto real sobre la salud de los pacientes, son los propios médicos quienes deben adoptar estas innovaciones. “Es mucho más eficaz si un médico dice ‘necesito que cargues tus datos de glucosa todas las semanas’ a que lo pida un plan de salud”, afirma  Jim Hansen, director ejecutivo de Dossia Consortium, una organización sin ánimo de lucro que desarrolla historiales médicos personales para las empresas.
Varios estudios piloto sugieren que el seguimiento a distancia puede mejorar la salud de los pacientes y reducir los costes. Un estudio publicado en Lancet este mismo año desvelaba que los pacientes con problemas de corazón que tenían colocado un implante inalámbrico diseñado para medir la tensión hacían menos visitas al hospital. En un segundo estudio publicado en Lancet por investigadores del Reino Unido, pacientes con hipertensión que se tomaban la tensión en casa en combinación con seguimiento a distancia por parte de los médicos, eran más capaces de controlar su hipertensión. Algo que probablemente abarate los gastos sanitarios del paciente a largo plazo.
Con el sistema actual, “no hay incentivos para los cuidados preventivos; no se paga a nadie para que no tengas que necesitar sus servicios”, expone Hansen. “Es cierto sobre todo en cuestiones relacionadas con el comportamiento, como la obesidad, la diabetes, la insuficiencia cardiaca congestiva”.
Hansen y otros esperan que el Acta de Cuidados Asequibles sirva para aliviar este problema. Parte de la legislación ha financiado el Centro para la innovación en Medicare y Medicaid, que está probando nuevos modelos de pago. Una opción es que los médicos reciban una cantidad mensual por cuidar a los pacientes y puedan compartir el ahorro resultante. (Este método, que se suele llamar “retribuciones en paquete”, es parecido al de Kaiser Permanente).
Evidentemente, las nuevas tecnologías no siempre ahorran costes. Pero con un sistema de retribuciones en paquete, los médicos tendrán un mayor incentivo para encontrar las que sí los ahorran.
Leslie Saxon, cardióloga y directora del Centro para la computación corporal de la Universidad del Sur de California (EE.UU.), afirma que la estructura de pagos no es el único problema. En cardiología, recientemente se han cambiado los códigos de facturación de Medicare para pagar a los médicos por hacer seguimientos a los pacientes de corazón a distancia. Pero ella afirma que solo la mitad lo hacen.
“Creo que el problema es principalmente cultural”, sostiene. “No estamos acostumbrados a practicar la medicina de esta manera. Por eso creo que los pacientes también deberán tener un papel activo en este cambio”.
Copyright Technology Review 2011.

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