martes, 29 de noviembre de 2011

Generación M y los retos en la empresa actual

Por Daniela Arce y Jennifer P. Roig / MBA América Economía

Ya no es suficiente un sueldo alto para que los profesionales estén satisfechos, sino que ahora ellos desean estar conectados a internet. Tanto es así, que incluso varios prefieren que las empresas los dejen ingresar a redes sociales que recibir un mejor salario. ¿Se sintió identificado? Si la respuesta es no, no se preocupe, porque se trata las nuevas generaciones.
De un tiempo a esta parte las generaciones conocidas como Y y M, o sea, justamente las dos que han crecido en constante interacción con las tecnologías digitales de la comunicación y la información, en especial internet, han entrado al mercado laboral, para interactuar con representantes de las generaciones más viejas, pero trayendo nuevas necesidades y requerimientos.
Así lo comprobó el estudio “The Cisco Connected World Technology Report” elaborado en septiembre de 2011 por la compañía estadounidense Cisco, el cual revela lo que muchos sospechaban: internet está afectando el comportamiento de los ejecutivos más jóvenes que ingresan al mercado.
La razón está vinculada con que los más jóvenes reflejan síntomas del cambio que se resumen en una transformación consistente de sus valores, cosmovisión, prioridades, maneras de comportarse, aprender y trabajar. Para ellos, internet resulta casi tan importante como el agua, la comida, el aire y en algunos casos, más necesaria que el sexo.
El informe da cuenta de los hallazgos a partir de encuestas aplicadas entre mayo y junio de 2011 a 1.441 estudiantes entre los 18 y 24 años, y 1.412 empleados entre los 21 y 29 años. Los encuestados procedían de 14 países -Estados Unidos, Canadá, México, Brasil, Reino Unido, Francia, España, Alemania, Italia, India, China, Japón y Australia.
Justamente las edades de los encuestados los sitúan como parte de estos dos grupos generacionales Y y M. Mientras que la Generación Y comenzó a interactuar con los nuevos medios de comunicación digital relativamente temprano en sus vidas, los chicos de la Generación M son los primeros nativos reales del cibermundo.
No es de extrañar entonces que los integrantes de ambas generaciones hayan coincidido en sus respuestas respecto a la importancia que para ellos tiene internet. La mayoría confiesa que el acceso a la red no es sólo su principal fuente de información, sino parte integral de sus vidas. De hecho, casi la mitad de los estudiantes y un 47% de los empleados manifestaron que “internet es casi tan importante como el agua, la comida y el aire”. Más sintomático resulta que un tercio de todos los subgrupos de la muestra total identificaron “internet como tan imprescindible como el resto de las necesidades vitales”.
Además, es curioso ver cómo los empleados profesionales usan los social media como herramientas para conectarse no solo con sus colegas de trabajo, sino con sus managers. La mayor parte de ellos entra a sus cuentas de Facebook y Twitter al menos una vez cada día, y 44% de los brasileños manifestó que declinaría ofertas salariales más sustanciosas si esto significaba la prohibición de acceder a estas comunidades virtuales. Sin embargo, los españoles parecen ser los más adictos, a juzgar por las respuestas de la mayoría de ellos quienes refirieron que sencillamente dejan las páginas abiertas todo el tiempo.
Sacando provecho de los conectados
Varios estudios, entre ellos uno de Manpower Professional y otro de OCO Global, grupo líder a nivel mundial en consultoría sobre Inversión Extranjera Directa, apuntan a los beneficios y complicaciones que pueden traer estos nuevos profesionales y a los que las compañías deben adaptarse e implementar medidas. Esto último se debe a que varios creen que el uso de internet y redes sociales en las empresas puede conllevar a la pérdida de productividad, problemas de seguridad y reputación. Un ejemplo de esto, es que en 2008 Virgin Atlantic despidió a 13 auxiliares de vuelo que habían subido sus opiniones sobre la empresa en una página de Facebook.


El CEO Mark O'Connel, de OCO Global, expresó que efectivamente, “la irrupción de estas nuevas generaciones, un talento humano de mentalidad digital y transnacional, implica para las organizaciones tanto beneficios como desafíos”. Por ejemplo, “la controversia generada por las revelaciones de WikiLeaks demuestra que en esta era de comunicaciones binarias las entidades precisan más que nunca de generar estrategias que integren a los empleados y los hagan sentir como participantes y 'stakeholders'. El acceso a estas comunidades les ha otorgado estos jóvenes el poder de organizarse para protestar o denunciar decisiones abusivas o malos procederes, difundir documentos clasificados y sensibles, y comunicarse directamente con líderes, políticos y autoridades de gobierno”.
Sin embargo, algunas empresas en América Latina, temiendo problemas de fuga de información o improductividad, optan por no permitir el ingreso a la web a los empleados. “Esto es como dejarlos fuera del mundo. Los estudios comprueban que el uso de redes sociales no afectan la productividad, porque los trabajadores pueden resolver temas personales muy rápidamente. Para los modelos mentales más viejos la red social es vista como un distractor, pero la gente joven puede estar haciendo varias cosas al mismo tiempo, entre ellas 'navegar por la web'”, dice Paula Molinari, directora del Programa de RRHH de Educación Ejecutiva de la Universidad Torcuato Di Tella.
¿Qué pasa con los ejecutivos latinos?
Ignacio Hernández, Executive Manager de Page Personnel en la consultora Michael Page, indica que al menos en América Latina los profesionales que ocupan cargos ejecutivos, si bien conceden mucha importancia al acceso a internet, no son tan dependientes o adictos a las redes sociales. Incluso, remarca Hernández, “las conexiones ociosas, tales como Twitter o Facebook, desde el punto de vista laboral no tienen mucho sentido porque, en todos los casos, supondría una baja en el rendimiento del trabajador”.
La tendencia, incluso, apunta a que las gratificaciones monterias no son siempre las más deseadas por parte de los ejecutivos. En la consultora Michael Page lo saben, Hernández ha observado que “aún valoran más un buen seguro médico o bonos salariales”, además de afirmar que en su opinión, “preferir el acceso a las comunidades virtuales antes que estos otros beneficios sólo reflejaría su poca madurez”.
Con todo, el manager de Page Personnel apunta que también es cierto que, mientrasmenor es la edad del aspirante a un cargo ejecutivo, se percibe que su interés por interactuar en las redes sociales es mayor. Así, él delimita los grupos etarios de manera que “aquellos entre 25 y 30 años, sí acceden a refes como Facebook o Twitter. El interés disminuye cuando tienen entre 31 y 35 y por lo general, a partir de los 40 el interés promedio es ya muy bajo”.
El adaptarse a estos nuevos requirimientos laborales es vital para las compañías. Los especialistas aconsejan aprovechar la interconexión y a los profesionales que son expertos en estas tecnologías. Según el estudio de Manpower Professional, esto ayudaría a encarar temas como: productividad, colaboración, gestión del conocimiento, innovación, gestión de la reputación, contratación y alineación y compromiso de los empleados.
Además, Molinari recomienda “antes que nada se deben realizar mediciones de los aspectos que se ven afectados o beneficiados por las conexiones. Esto contribuye a desmitificar los prejuicios en torno al tema. Hace 20 años se estaba más tiempo en el teléfono y era más costoso que comunicarse a través de las redes sociales”.
Finalmente, las redes sociales lideradas por una empresa pueden ayudar a forjar conexiones vitales entre equipos de oficinas lejanas, consiguiendo garantizar que los empleados se sientan vinculados.“Se tiene que asumir que en poco tiempo el correo electrónico desaparecerá y todo se realizará por medio de redes. Las redes interna y externa estarán interconectadas: se relacionará con clientes, proveedores y empleados. Un ejemplo es la empresa de venta de zapatos online Zappos, donde lo que escribe un cliente lo ve un empleado y viceversa. También se puede observar al ejecutivo de cuentas que vende como si fuera una red, lo que resulta muy transparente”, concluye Molinari.

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