martes, 7 de mayo de 2013

¿Por qué los aparatos móviles no nos hacen más productivos?



Imagine si se levantara cada mañana y se sujetara un teclado, un monitor, un receptor de Wi-Fi, una computadora de escritorio, una cámara y un estéreo a su cuerpo para salir.
Ya lo está haciendo, al portar un teléfono inteligente que tiene más o menos el mismo poder computacional que las computadoras de escritorio de 2005.
Usamos estas máquinas portátiles como dispositivos de videojuegos, navegadores de Internet y herramientas de mensajería. En el fondo, sin embargo, son como cualquier otra computadora. Son motores de eficiencia que ayudan a ahorrar tiempo, salvar distancias y reducir costos.
No obstante, sucede algo extraño. Pese a los cerca de 130 millones de teléfonos inteligentes en Estados Unidos, los economistas no pueden verlos.
European Pressphoto Agency
Sheryl Sandberg, de Facebook, ávida usuaria de teléfonos inteligentes.
Quiero decir que no pueden determinar cómo estos aparatos móviles están mejorando la productividad del trabajador, algo que las computadoras han logrado hacer durante los últimos 70 años. La productividad es la razón por la cual los estándares de vida mejoran, y tenemos hoy más bienes y servicios de lo que nuestros abuelos jamás imaginaron.
Las cifras oficiales de productividad en EE.UU. son bajas comparadas con el sorprendente aumento anual de 3% de la primera era de Internet, aproximadamente de 1995 a 2004. De hecho, el crecimiento anual de la productividad desde 2004 es de alrededor de 1,5%, un nivel incluso menor que el promedio a largo plazo de 2,25%. Es como si una bandada de Angry Birds hubiera enterrado la productividad como una lombriz.
Según la definición clásica, un incremento de la productividad reduce el trabajo o eleva la producción, o ambas cosas. En ese sentido, sostiene Robert J. Gordon, economista de la Universidad Northwestern, el iPhone "no ha hecho absolutamente nada", para mejorar la productividad.
Entonces, ¿son incorrectas las cifras del gobierno? O algo incluso más intrigante, ¿estamos sobreestimando cómo estas pequeñas máquinas pueden afectar nuestros estándares de vida?
Las respuestas no son concluyentes. Por ahora, nos encontramos en un ámbito falible de impresiones. La pregunta relevante parece ser: ¿hay algún área de la vida o los negocios que no esté siendo afectada por estos dispositivos?
Hoy en día, los pilotos de aviones pueden usar una aplicación llamada FuelerLinx que registra y analiza el costo del combustible en aeropuertos de todo el mundo, sugiriendo los mejores precios.
En 2008, el fundador de FuelerLinx, Kevin Moller, empezó a registrar precios de 1.800 sitios por teléfono y fax, ingresándolos a mano en una hoja de cálculo de Excel los miércoles por la mañana. Hoy en día, la recopilación está en gran parte automatizada y los pilotos pueden acceder a la información desde sus cabinas usando sus teléfonos inteligentes.
"Cinco años atrás, los procesadores y las velocidades y herramientas de Internet no estaban disponibles. Ahora ha surgido todo eso", dice Moller. "La gente puede hacer más cosas en el día".
En el entorno del comercio global, este es un cambio diminuto en un mercado diminuto. Pero lo que está sucediendo en todas las industrias es una combinación creativa de poder computacional móvil, mayores velocidades inalámbricas y análisis de datos en la nube. El autor Nicco Mele lo llama "conectividad radical". Se trata del motor computacional, que finalmente se ha hecho móvil y, por ende, omnipresente.
"Si piensas en casi cualquier dimensión de la actividad humana, al final va a estar afectada por esta capacidad para usar el poder computacional", dice Dan Sichel, profesor de Wellesley College, quien sostiene que las cifras oficiales de productividad subestiman el impacto de la tecnología.
Ocurre en eBay Inc., EBAY -1.03% donde según su presidente ejecutivo, John Donahoe, los usuarios ponen en venta tres millones de cosas por semana con sus aparatos móviles. "Están tomando fotos y vendiendo en dos minutos", afirma. "Son mucho más productivos".
Para los economistas, lo difícil es registrar todas estas pequeñas mejoras en la economía, en especial en negocios de servicios. Sichel describe las actuales tasas de productividad simplemente como una pausa.
Otra razón es que la tecnología cambia más rápido que las personas y la distribución de sus beneficios no siempre es equitativa. Un motivo por el cual las ganancias de las empresas se mantienen altas y el empleo sigue débil es que la tecnología, y no las personas, está haciendo una mayor parte del trabajo.
El capitalista de riesgo Marc Andreessen describe el futuro como un mundo de dos clases: los que programan las máquinas y los que son programados por ellas. Todo esto está sucediendo, y rápido. No se necesitan cifras para entender que si uno crea fricción en el sistema de hoy, esas fuerzas con el tiempo lo encontrarán y lo eliminarán.

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